#ElLenguajeDelColor: El naranja historia de un color empático

El naranja: historia de un color empático y muy versátil en interiores

El color del entusiasmo, de la humanidad, del vitalismo. En esta entrega de #ElLenguajeDelColor, la diseñadora de color Judith van Vliet desvela sus matices.

El color del entusiasmo, de la humanidad, del vitalismo. En esta entrega de #ElLenguajeDelColor, la diseñadora de color Judith van Vliet desvela sus matices.

Un color cercano a mi corazón y a mis raíces, ya que el naranja está profundamente ligado a la identidad holandesa –se lo debe a la dinastía Orange-Nassau–. Es el color más cálido del espectro y provoca sentimientos de energía y entusiasmo. ¡Incluso el mero hecho de escribir sobre este color me entusiasma! 

Su nombre procede de la jugosa fruta, que probablemente se cultivó por primera vez en China antes de llegar a Occidente. De “narenj” en persa a “naranji” en árabe, de ahí a “nãranga” (sánscrito) y a la naranja española que conocemos hoy. Su verdadero nombre no apareció hasta el siglo XVI, ya que antes se conocía como amarillo-rojo y “giolureade” (en inglés).

El color de la humanidad

En el antiguo Egipto, los pigmentos anaranjados se obtenían de minerales naturales como el realgar y el oropimente. Estas sustancias se utilizaban en pinturas de tumbas, objetos decorativos e incluso con fines medicinales y cosméticos. Los romanos también utilizaban tonos anaranjados en sus frescos, mosaicos y tejidos, mientras que en China y Japón el naranja se asociaba con la espiritualidad y la transformación, y aparecía con frecuencia en las túnicas budistas y la arquitectura sagrada.

Fueron los impresionistas, como Vincent van Gogh y Claude Monet, quienes dieron al naranja la importancia que se merecía, mostrando su poder a través de sus pinturas, donde las puestas de sol se representaban cálidamente a lo largo de la costa mediterránea. Kandinsky incluso describió el color como «el rojo acercado a la humanidad a través del amarillo» y creo que es una forma perfecta de captar este color, ya que realmente es el color de la empatía.

James Turrell, un renombrado artista conocido por su exploración de la luz, el color y la percepción, utiliza a menudo el color naranja porque contrasta perfectamente con el azul del cielo en sus skyspaces. Sus obras suelen utilizar tonos vibrantes para crear entornos envolventes que alteran la sensación de espacio-tiempo para el espectador. En Estados Unidos, una de las estructuras arquitectónicas más famosas del mundo es el Puente de Oro de San Francisco, cuyo color naranja se eligió para complementar el entorno natural, la armonía y mejorar la visibilidad en sus frecuentes días de niebla.

Con el auge del modernismo, el naranja surgió como símbolo de energía, vitalidad y expresión audaz. Durante las décadas de 1960 y 1970, se convirtió en un color definitorio de la cultura pop, el mobiliario de mediados de siglo y la publicidad comercial, y marcas como Hermès y Harley-Davidson adoptaron su llamativo atractivo.

El naranja en interiorismo

Hoy en día, el naranja sigue siendo un elemento importante en las marcas, la arquitectura contemporánea y el diseño de interiores. Es un color dinámico que aporta emoción y vitalidad a los espacios interiores, llama la atención como el rojo, pero de forma no agresiva. A veces, el naranja brillante puede resultar abrumador en determinados espacios, pero, por suerte, tenemos a nuestra disposición una paleta cromática muy amplia: con el terracota, el melocotón y el ámbar podemos crear distintos estados de ánimo y efectos, desde atrevidos y enérgicos hasta suaves y sofisticados. Es el oponente perfecto para contrastar con los colores azules.

Este color apela a nuestros otros sentidos esenciales: el gusto y el tacto. Pensemos en tonos aromáticos que van desde todo lo que es especiado, dulce, ácido y picante. Azafrán, cúrcuma, cayena y luego el lado más dulce, mandarina, kumquat, nectarina, papaya y, por supuesto la ralladura de naranja. El naranja invita a tocar tonos más suaves de piel de melocotón y albaricoque aterciopelado mientras diseñamos espacios para nuestros clientes que evoquen emociones que vayan más allá del impacto visual. Además, el naranja aumenta el apetito por la conversación y la socialización, por lo que es un color perfecto para espacios donde socializamos por ejemplo en cocinas y comedores.

El naranja en la arquitectura sostenible

El naranja suele ser la elección obvia en diseño y arquitectura para crear declaraciones, destacar elementos o evocar referencias culturales. El Mediterráneo no puede ignorar su rico patrimonio cultural de tonos terrosos de naranja que aparecen en paredes de estuco, tejados de terracota y tejas decorativas. Muchos edificios ecológicos de todo el mundo utilizan arcilla natural, terracota y materiales de color óxido para fundirse con el entorno y mantener al mismo tiempo una estética contemporánea. Un color expresivo y funcional que crea una afirmación, al tiempo que sabe ser suave y dulce.

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